Creer
es crear, y después de mucho tiempo pensando en bajar al Sótano de la
Golondrinas en México, he conseguido realizar mi sueño.
El
acceso al sótano está muy regulado, ya que está en un parque natural y también,
porque se abusó mucho en el pasado de esta zona y no se respetó
convenientemente el hábitat de los vencejos que pernoctan dentro de la cavidad.
En la actualidad, la comunidad de Tamapatz, que habita en el Parque Nacional,
es la que se encarga de dar permisos, cobrar entrada y regular el acceso, que
depende fundamentalmente de que todos los pájaros salgan por la mañana. El
descenso se debe hacer mientras los animales están fuera y todo el mundo debe
de estar arriba de vuelta antes de que los pájaros regresen para a meterse de
nuevo en la cavidad al caer la tarde. En los días en que, por que esté
lloviendo u otro motivos no salgan los todos los pájaros, se deniega el acceso
al sótano.
Hay
una empresa local que es la que organiza la bajada. Tanto a Elena como a mí nos
ha dado la impresión que sólo es esta empresa la que lo hace, dirigida por un
tipo realmente cualificado, que es además el que acompaña en el descenso y
cuenta con el equipo necesario. Se puede bajar con un Rack, ellos le llama la
Marimba, y la subida se realiza fácilmente con unos equipos fantásticos
registrados como Pangaea, que bien se merecen un artículo independiente.
Llegamos
al sótano a las 6 de la mañana, todavía oscuro. En seguida empezaron a salir
los vencejos en círculos ascendentes (golondrinas no hay ninguna). La
avifauna dominante son los vencejos de cuello blanco y los halcones peregrinos.
En verano también hay loritos. Los halcones son los depredadores de los
vencejos pero los cazan en vuelo, en el Sótano viven en paz. Es todo un
gozo observar la salida de miles de pájaros durante casi una hora.
Cuando
salieron todas las aves y los de la comunidad lo autorizaron, pudimos
descender. Hubo otras personas sin ninguna experiencia en descensos que también
bajaron y subieron ese día a fuerza de brazos del equipo de unas 12 personas
que trabajan en el equipo, subiendo y bajando a quien lo desee o, para
rescatar, en caso que uno se desfonde. ¡Todo incluido en el precio!
El
sótano es un abismo de 376 metros totalmente vertical y con forma de tronco de
cono. La entrada es circular con un diámetro de 60 metros y luego se ensancha
hasta llegar a 300 metros. Perdí la noción del tiempo en el momento que
me anclé a la cuerda, lo que al principio eran manchas planas fueron adquiriendo
dimensión, y los colores se definieron. El musgo cubría casi todas las rocas.
El suelo, muy blando, varía entre el negro y los tonos rojizos. En el fondo,
estuvimos caminando y explorando todos los recovecos. Las montañas de
excrementos nos indicaban donde anidan los vencejos. El aire era denso pero muy
fresco y no se percibían olores especialmente intensos, y sin notarlo pasarmos
casi tres horas abajo. Observábamos la boca y como entraba la luz e iluminaba
todo, sin necesitad de usar luz artificial. Simplemente grandioso.
Teníamos
que estar todos fuera a las 3 de la tarde, ya que era la hora en la que
empiezan a entrar las aves otra vez. Para el ascenso usamos el sistema
Pangaea. En 40 minutos conseguimos subir
los 370 m. y con un gasto de energía muy inferior al necesario cuando se usa el
sistema clásico de un puño y pedaleta doble anclada al puño o pedaleta y
pantín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario